sábado, 5 de abril de 2014

PREGON DE LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID EN AVILA

PREGON DE 
LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID EN AVILA 
A CARGO DE
 D. CRISTIAN DE PRADO ALONSO 


Cuando el sol se empieza a adueñar de la noche, las cigüeñas vuelven a sus nidos y los primeros almendros comienzan a florecer, la Ciudad del Pisuerga se embriaga del olor del incienso, de los ensayos de las andas de las Cofradías y de las notas musicales de las bandas de Cornetas y Tambores.
Valladolid, esa gran ciudad, cuna de Reyes, antigua capital de la Corte Española, ciudad del Conde Ansúrez, de Felipe II, de Cervantes. Ciudad que vio la boda de los Reyes Católicos y a los pocos años morir a Colón. La ciudad de Zorrilla, Francisco Umbral o Miguel Delibes. La ciudad de la inconclusa Catedral, de la fachada de San Pablo, del Museo Nacional de Escultura. La Ciudad de San Pedro Regalado, Nuestra Señora de San Lorenzo y de la tercera fundación de Santa Teresa de Jesús. Como dice el refrán castellano, “Villa por Villa, Valladolid en Castilla”.
Pero no podemos olvidar que Valladolid es esa ciudad de la Seminci, el Teatro de Calle, los pingüinos, y por encima de todo, la Ciudad de la Semana Santa.
Cuando Doña Cuaresma gana a Don Carnal, la ciudad transforma su idiosincrasia de forma abismal. Sale a relucir en los pucelanos ese carácter marcado por el frio castellano. Valladolid se prepara para vivir una nueva Cuaresma que dará paso a las procesiones de una Semana Santa que en 1980, junto con Sevilla, Zamora y Cuenca, fue declarada de interés turístico internacional.
 A lo largo de la Cuaresma, las Hermandades y Cofradías organizan centenares de actos tales como Triduos, Quinarios, Septenarios, Novenarios. Sobre ellos destacan al pueblo vallisoletano los Besapies, algunos de los cuales son auténticos fenómenos en la ciudad o en el barrio donde radica una Cofradía. Durante estos actos destaca también el trabajo de diseño de algunos montajes escénicos, verdaderas maravillas efímeras para honrar a sus Sagrados Titulares.
Titulares que salieron muchos de ellos de la gubia de los escultores del siglo XVII. Escultores de renombre que no hace falta presentar. Gregorio Fernández o Juan de Juni, dos escultores tocados por una gracia especial, que supieron dotar al pino castellano de una Fe y devoción que jamás pudieran imaginar. Junto a ellos dos, destacan sus discípulos, como Bernardo del Rincón o Andrés Solanes.
Nuestra Semana Santa también tiene alguna peculiaridad. Una de ellas es la perfecta conjunción entre imágenes del Barroco e imágenes Contemporáneas. Estas últimas, en su gran mayoría han calado de gran manera en nuestra Semana Santa. Un claro ejemplo es el magnífico y monumental paso de la Sagrada Cena, realizado a los largo de 20 años (en los años 40 y 50 del siglo XX) por el escultor Vasco Guraya Urrutia. O más recientemente, los tres titulares de la Penitencial del Despojado, Cofradía que en apenas 16 años ha realizado tres titulares con una calidad muy notable.
Poco a poco la Cuaresma se va agotando. Las Cofradías comienzan a trasladar pasos e imágenes a sus templos. Se abre la veda del trabajo frenético, los nervios y la tensión. Se van conformando los pasos, subiendo a ellos las imágenes. Los cofrades limpian la plata, preparan la cera, ultiman pequeños detalles... y por fin llega el viernes de la quinta semana de Cuaresma, Viernes de Dolores, y con la llegada de este día, se dan por inaugurados los diez días más importantes en la vida de los cofrades.
Por fin, tras meses de silencio, se escucha el primer sonido de la Semana Santa de Valladolid. El incienso, ya desbocado, inunda las estrechas calles de la Judería, de la Plaza Mayor, de los barrios de San Andrés, Delicias o Batallas. La cera de los hachones impregna el suelo. Por fin Cristo está en la Calle. Oh señor, quien fuera dichoso para acompañar al Atado, al Yacente, al Cristo de la Luz, al Despojado, al Perdón, al Nazareno... Oh Madre y Señora, dame fuerzas para seguir a las Angustias, a la Vera-Cruz, a la Quinta Angustia o a la Amargura.
Desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, más de 40 procesiones de las 20 Cofradías Penitenciales recorren toda la geografía pucelana. Muchas de ellas buscan la Catedral en busca del Santísimo de la Seo Mayor. Otras buscan alejadas calles del centro para llevar la Semana Santa a los barrios.
Valladolid en Semana Santa es un compendio de color. Del crema de la cena al celeste del Atado, Morado del Sepulcro o Nazarenos, Verde de Vera-Cruz, Marrón de los hermanos Franciscanos, Granate de los Despojados, Negro del Entierro... Una gama multicolor que recorre cual sierpe la ciudad.
Pero si por algo es conocida la Semana santa de Valladolid es por su imaginería. Maestros que dejaron su impronta en un trozo de madera, a la que dieron forma y cincelaron, y dotaron de unción, de Fe y de Esperanza. Y de sus manos, los impresionantes conjuntos escultóricos que posee la Semana Santa. Camino del Calvario, el Descendimiento de Vera-Cruz, Sed Tengo... son solo algunos de los ejemplos de pasos de misterio que destacan por su volumen.
Estos pasos se entremezclan con las imágenes que procesionan en solitario, porque por si mismas son capaces de conmover sin necesidad de recrear una escena teatral. El Atado a la Columna, el Cristo del Perdón, el Cristo de la Luz, Cristo Camino del Calvario, Nuestra Señora de las Angustias... imágenes que procesionan en la soledad de sus pasos procesionales, pero que conmueven el corazón de los ciudadanos y visitantes.
A nuestros magníficos pasos hay que sumarle dos puntos importantes, música y portadores. La música cofrade en Valladolid, arraigada fervientemente durante décadas en marchas militares, ha sabido evolucionar a una música más melódica. En otro punto, la fuerza de los portadores que, felizmente recuperados por una gran mayoría de Cofradías, tienen el honor de portar sobre sus hombros a los Sagrados Titulares Vallisoletanos. Mi reconocimiento a todos los cofrades que dedican horas de su vida en la mayor gloria de Cristo y Su Madre.
Nuestra Semana Santa cuenta con pilares fundamentales, verdaderos estandartes que hacen de esta Semana algo especial. Procesiones como la de Las Palmas, el Rosario, el Encuentro, el Vía-Crucis, las diversas estaciones Eucarísticas del Jueves Santo, Sermón de las Siete Palabras y un largo etcétera. Pero sobre todas ellas, destaca una procesión única en su especie. Una procesión capaz de conjugar 20 cofradías y 33 pasos. Hablo, como no, de la Sagrada Pasión del Redentor.
Valladolid en Viernes Santo es otra ciudad. Se siente desde pronto el inicio de la magna procesión que relata la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Desde primera hora de la tarde, varias Cofradías se afanan en el montaje de sus pasos, que por lo monumental de los mismos, no permiten una salida al uso de sus respectivos templos.
A las siete y media de la tarde, los Hermanos de la Cena abren un cortejo que contará con miles de cofrades, y que convertirán a nuestra ciudad en un Museo y Templo en la calle. Esta procesión tiene un marcado carácter evangelizador y catequético. Creada hace 202 años, con las cinco penitenciales históricas, ha sabido evolucionar, incluir nuevas Hermandades, nuevos pasos que completen la historia. Y todo ello incrementando notablemente su espectacularidad.
De la Sagrada Cena a la soledad de la Madre, una narración histórica que pone en nuestras calles incalculable valor económico, e intangible valor de Fe.
Finalizado el Viernes Santo, solo resta la Resurrección. El momento más importante para los cristianos. Por fin, el Domingo de Pascua se congrega una amalgama de colores de las Penitenciales Vallisoletanas en nuestra Plaza Mayor. El Encuentro glorioso pone punto y final a diez días de Procesiones. Eso sí, la Semana Santa no finaliza. Resta recoger y limpiar todos los enseres, pasos... actividad sin duda que es necesario dar el valor que merece.
Valladolid en Semana Santa es, en palabras del Maestro Miguel Delibes, Pura maravilla de arte. Un arte que emana Fe. La Fe de un hombre que consagro la eucaristía en la SAGRADA CENA, ORÓ EN EL HUERTO de los Olivos, fue prendido, juzgado y ATADO A UNA COLUMNA, “ECCE-HOMO” dijeron de él. El NAZARENO cogió la cruz del martirio. Fue DESPOJADO de sus Vestiduras, se estaba completando su PASIÓN. Tras la ELEVACIÓN de la Cruz, SIETE PALABRAS sonaron en el viento. Derramo su SANGRE y se oscureció la LUZ. El DISCIPULO AMADO observa como Cristo es DESCENDIDO hasta llegar a su Madre. Ante la VERA-CRUZ, Jesús yace en los brazos de la Madre de la PIEDAD. La CRUZ DESNUDA en el Calvario, y Cristo Camino del ENTIERRO en el SANTO SEPULCRO ante la mirada de ANGUSTIA de su Madre, María Santísima. A los tres días, el Señor RESUCITADO se presentará ante nosotros, tal y como estaba escrito.

Semana Santa en Valladolid, pura maravilla de arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario