PREGON DE
LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID EN AVILA
A CARGO DE
D. CRISTIAN DE PRADO ALONSO
Cuando el sol se empieza a
adueñar de la noche, las cigüeñas vuelven a sus nidos y los primeros almendros
comienzan a florecer, la Ciudad del Pisuerga se embriaga del olor del incienso,
de los ensayos de las andas de las Cofradías y de las notas musicales de las
bandas de Cornetas y Tambores.
Valladolid, esa gran ciudad, cuna
de Reyes, antigua capital de la Corte Española, ciudad del Conde Ansúrez, de
Felipe II, de Cervantes. Ciudad que vio la boda de los Reyes Católicos y a los
pocos años morir a Colón. La ciudad de Zorrilla, Francisco Umbral o Miguel
Delibes. La ciudad de la inconclusa Catedral, de la fachada de San Pablo, del
Museo Nacional de Escultura. La Ciudad de San Pedro Regalado, Nuestra Señora de
San Lorenzo y de la tercera fundación de Santa Teresa de Jesús. Como dice el
refrán castellano, “Villa por Villa,
Valladolid en Castilla”.
Pero no podemos olvidar que
Valladolid es esa ciudad de la Seminci, el Teatro de Calle, los pingüinos, y
por encima de todo, la Ciudad de la Semana Santa.
Cuando Doña Cuaresma gana a Don
Carnal, la ciudad transforma su idiosincrasia de forma abismal. Sale a relucir
en los pucelanos ese carácter marcado por el frio castellano. Valladolid se
prepara para vivir una nueva Cuaresma que dará paso a las procesiones de una
Semana Santa que en 1980, junto con Sevilla, Zamora y Cuenca, fue declarada de
interés turístico internacional.
A lo largo de la Cuaresma, las Hermandades y
Cofradías organizan centenares de actos tales como Triduos, Quinarios,
Septenarios, Novenarios. Sobre ellos destacan al pueblo vallisoletano los
Besapies, algunos de los cuales son auténticos fenómenos en la ciudad o en el
barrio donde radica una Cofradía. Durante estos actos destaca también el
trabajo de diseño de algunos montajes escénicos, verdaderas maravillas efímeras
para honrar a sus Sagrados Titulares.
Titulares que salieron muchos de
ellos de la gubia de los escultores del siglo XVII. Escultores de renombre que
no hace falta presentar. Gregorio Fernández o Juan de Juni, dos escultores
tocados por una gracia especial, que supieron dotar al pino castellano de una
Fe y devoción que jamás pudieran imaginar. Junto a ellos dos, destacan sus discípulos,
como Bernardo del Rincón o Andrés Solanes.
Nuestra Semana Santa también
tiene alguna peculiaridad. Una de ellas es la perfecta conjunción entre
imágenes del Barroco e imágenes Contemporáneas. Estas últimas, en su gran
mayoría han calado de gran manera en nuestra Semana Santa. Un claro ejemplo es
el magnífico y monumental paso de la Sagrada Cena, realizado a los largo de 20
años (en los años 40 y 50 del siglo XX) por el escultor Vasco Guraya Urrutia. O
más recientemente, los tres titulares de la Penitencial del Despojado, Cofradía
que en apenas 16 años ha realizado tres titulares con una calidad muy notable.
Poco a poco la Cuaresma se va
agotando. Las Cofradías comienzan a trasladar pasos e imágenes a sus templos.
Se abre la veda del trabajo frenético, los nervios y la tensión. Se van
conformando los pasos, subiendo a ellos las imágenes. Los cofrades limpian la
plata, preparan la cera, ultiman pequeños detalles... y por fin llega el
viernes de la quinta semana de Cuaresma, Viernes de Dolores, y con la llegada
de este día, se dan por inaugurados los diez días más importantes en la vida de
los cofrades.
Por fin, tras meses de silencio,
se escucha el primer sonido de la Semana Santa de Valladolid. El incienso, ya
desbocado, inunda las estrechas calles de la Judería, de la Plaza Mayor, de los
barrios de San Andrés, Delicias o Batallas. La cera de los hachones impregna el
suelo. Por fin Cristo está en la Calle. Oh señor, quien fuera dichoso para
acompañar al Atado, al Yacente, al Cristo de la Luz, al Despojado, al Perdón,
al Nazareno... Oh Madre y Señora, dame fuerzas para seguir a las Angustias, a
la Vera-Cruz, a la Quinta Angustia o a la Amargura.
Desde el Viernes de Dolores hasta
el Domingo de Resurrección, más de 40 procesiones de las 20 Cofradías Penitenciales
recorren toda la geografía pucelana. Muchas de ellas buscan la Catedral en
busca del Santísimo de la Seo Mayor. Otras buscan alejadas calles del centro
para llevar la Semana Santa a los barrios.
Valladolid en Semana Santa es un
compendio de color. Del crema de la cena al celeste del Atado, Morado del
Sepulcro o Nazarenos, Verde de Vera-Cruz, Marrón de los hermanos Franciscanos,
Granate de los Despojados, Negro del Entierro... Una gama multicolor que
recorre cual sierpe la ciudad.
Pero si por algo es conocida la
Semana santa de Valladolid es por su imaginería. Maestros que dejaron su
impronta en un trozo de madera, a la que dieron forma y cincelaron, y dotaron
de unción, de Fe y de Esperanza. Y de sus manos, los impresionantes conjuntos
escultóricos que posee la Semana Santa. Camino del Calvario, el Descendimiento
de Vera-Cruz, Sed Tengo... son solo algunos de los ejemplos de pasos de
misterio que destacan por su volumen.
Estos pasos se entremezclan con
las imágenes que procesionan en solitario, porque por si mismas son capaces de
conmover sin necesidad de recrear una escena teatral. El Atado a la Columna, el
Cristo del Perdón, el Cristo de la Luz, Cristo Camino del Calvario, Nuestra
Señora de las Angustias... imágenes que procesionan en la soledad de sus pasos
procesionales, pero que conmueven el corazón de los ciudadanos y visitantes.
A nuestros magníficos pasos hay
que sumarle dos puntos importantes, música y portadores. La música cofrade en
Valladolid, arraigada fervientemente durante décadas en marchas militares, ha
sabido evolucionar a una música más melódica. En otro punto, la fuerza de los
portadores que, felizmente recuperados por una gran mayoría de Cofradías,
tienen el honor de portar sobre sus hombros a los Sagrados Titulares
Vallisoletanos. Mi reconocimiento a todos los cofrades que dedican horas de su
vida en la mayor gloria de Cristo y Su Madre.
Nuestra Semana Santa cuenta con
pilares fundamentales, verdaderos estandartes que hacen de esta Semana algo
especial. Procesiones como la de Las Palmas, el Rosario, el Encuentro, el
Vía-Crucis, las diversas estaciones Eucarísticas del Jueves Santo, Sermón de
las Siete Palabras y un largo etcétera. Pero sobre todas ellas, destaca una
procesión única en su especie. Una procesión capaz de conjugar 20 cofradías y
33 pasos. Hablo, como no, de la Sagrada Pasión del Redentor.
Valladolid en Viernes Santo es
otra ciudad. Se siente desde pronto el inicio de la magna procesión que relata
la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Desde primera
hora de la tarde, varias Cofradías se afanan en el montaje de sus pasos, que
por lo monumental de los mismos, no permiten una salida al uso de sus
respectivos templos.
A las siete y media de la tarde,
los Hermanos de la Cena abren un cortejo que contará con miles de cofrades, y
que convertirán a nuestra ciudad en un Museo y Templo en la calle. Esta
procesión tiene un marcado carácter evangelizador y catequético. Creada hace
202 años, con las cinco penitenciales históricas, ha sabido evolucionar,
incluir nuevas Hermandades, nuevos pasos que completen la historia. Y todo ello
incrementando notablemente su espectacularidad.
De la Sagrada Cena a la soledad
de la Madre, una narración histórica que pone en nuestras calles incalculable
valor económico, e intangible valor de Fe.
Finalizado el Viernes Santo, solo
resta la Resurrección. El momento más importante para los cristianos. Por fin,
el Domingo de Pascua se congrega una amalgama de colores de las Penitenciales
Vallisoletanas en nuestra Plaza Mayor. El Encuentro glorioso pone punto y final
a diez días de Procesiones. Eso sí, la Semana Santa no finaliza. Resta recoger
y limpiar todos los enseres, pasos... actividad sin duda que es necesario dar
el valor que merece.
Valladolid en Semana Santa es, en
palabras del Maestro Miguel Delibes, Pura maravilla de arte. Un arte que emana
Fe. La Fe de un hombre que consagro la eucaristía en la SAGRADA CENA, ORÓ EN EL
HUERTO de los Olivos, fue prendido, juzgado y ATADO A UNA COLUMNA, “ECCE-HOMO”
dijeron de él. El NAZARENO cogió la cruz del martirio. Fue DESPOJADO de sus
Vestiduras, se estaba completando su PASIÓN. Tras la ELEVACIÓN de la Cruz,
SIETE PALABRAS sonaron en el viento. Derramo su SANGRE y se oscureció la LUZ.
El DISCIPULO AMADO observa como Cristo es DESCENDIDO hasta llegar a su Madre.
Ante la VERA-CRUZ, Jesús yace en los brazos de la Madre de la PIEDAD. La CRUZ
DESNUDA en el Calvario, y Cristo Camino del ENTIERRO en el SANTO SEPULCRO ante
la mirada de ANGUSTIA de su Madre, María Santísima. A los tres días, el Señor RESUCITADO
se presentará ante nosotros, tal y como estaba escrito.
Semana Santa en Valladolid, pura
maravilla de arte.
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