jueves, 3 de abril de 2014

PREGON DE LA SEMANA SANTA DE SEGOVIA EN AVILA

PREGON DE LA SEMANA SANTA
 DE SEGOVIA EN AVILA
 A CARGO DE
 D. JAVIER GOMEZ ESCOBAR

Saludar a todos, que habéis tenido a bien leer estas palabras. Gracias a todos.
He de estar agradecido a Fervor de Muralla el haberme propuesto pregonero de la Semana Santa de mi Segovia. No me considero relevante ni con un papel destacado en la semana santa segoviana. Es quizás mi única acreditación que la imagen de la Soledad al Pie de la Cruz ha sido testigo de grandes momentos de mi vida personal y cristiana. Ante ella fui presentado en mi bautizo y cada vez que entro a verla recorre por mí el mismo sentimiento de pequeñez ante la Corredentora de Nuestra Historia. Es ella y su Santo Hijo en Su última Palabra quiénes desde siempre han dado sentido a la revolución que sufre mi casa al llegar la primera luna de primavera, los que me hicieron llevar mi traje de nazareno granate y blanco, los que me vieron pasar mis duras noche de frío con la corneta, y los que me ven intentar cada día esforzarme más por su Cofradía; de ahí que mis siguientes palabras que anuncian como viven los segovianos la Semana Santa sean desde este sentido.

Segovia, con su Alcázar, su Acueducto, su Catedral, sus templos románicos, sus calles, cuestas, plazas y rincones se convierte en esos días en el escenario de vía crucis y procesiones. Podría hablarle de cómo los milenarios arcos contemplan imágenes de leyenda, que nos hablan de cómo un Cristo Gascón quiso ser segoviano, imágenes de profundo barroquismo  que a pesar de su sencillez ha conmovido el corazón de todos los que pasamos por El Árbol de la Vida, Credo o la Jornada Mundial de la Juventud; imágenes que muestran el cariño que se tiene al barrio que te ve nacer y a las costumbres de Semana Santa de Segovia para regalarles sus mejores obras escultóricas,… pero entonces no hablaría de la verdadera Pasión. La pasión con que anualmente renovamos nuestro Misterio Pascual con procesiones desde el siglo XI, de hitos con los que los Nobles Linajes dejen memorar la vía dolorosa del Señor de manera perenne recortando el horizonte del paisaje segoviano del paraje de la Piedad, de cómo escondido entre el valle del Eresma encontramos una iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalem; hablamos de la Pasión de un Obispo que incentiva la actividad cofrade a principios del s. XX y como a lo largo de este siglo se consolida nuevas cofradías que logran grabar a fuego en la retina sus pasos por los rincones más bellos de Segovia. Y actualmente, en los albores del siglo XXI, Segovia ve crecer el número de cofrades y procesiones y actualmente el nacimiento de dos cofradías que llenarán Segovia de más sentimiento.
“Estando reunidos los Hermanos Mayores, Presidentes de las Juntas de Gobierno de las Hermandades, Cofradías, y Feligresías de la Semana Santa acuerdan convocar al pueblo de Segovia a escuchar el pregón de la semana Santa en la Santa Iglesia Catedral de Segovia”
En la tarde del quinto sábado de cuaresma, cuatro heraldos a caballo recorren las calles del casco histórico de la Ciudad del Acueducto dando el comienzo oficial de las fechas de mayor actividad dentro de las cofradías segovianas. Mes tras mes, semana tras semana, los barrios de esta ciudad se han ido contagiando del espíritu de devoción que mueven los ensayos de cargadores y costaleros; poco a poco el rugir de los tambores que llenan las callejuelas en las noches frías de invierno conmueve de una manera más cercana.

En este momento me suelo evocar a mi pequeño pueblo de la meseta castellana donde veraneo todos los años y veo a mi abuela afanarse a limpiar de arriba abajo la viejas casona al llegar el día de Honrar a la Patrona, y es que este el momento de desempolvar faroles y velas, cruces y estandartes, medallas y estampas… Es el momento que se abren arcas y armarios y en los balcones aparecen colgados los hábitos y capas y los segovianos se preparan para la Semana Grande acudiendo a las iglesias, a los pies de los Sagrados Titulares.

Así los muros de las iglesias se estremecen en los Triduos ante el Misterio de Nuestro Señor Crucificado, el Yacente, Jesús orando en Getsemaní, flagelado, con la cruz a cuestas o en su misterio de la Piedad, y  cómo la vista se nubla con el canto de la salve de las novenas y septenarios con los que se honran a las Dolorosas Segovianas.
Cinco días restan del fin de la Cuaresma cuando la dehesa del monarca segoviano, Don Enrique de Castilla se iluminan con los faroles del Vía Crucis de la Esclavitud del Santo Cristo de la Cruz.
El día siguiente el templo de Santa Eulalia termina su Novenario con la primera levantá del Santo Cristo de la Esperanza y el saludo a Nuestra Señora la Dolorosa.
Como preludio, el atardecer del viernes de Dolores en Segovia se vive con  el Viacrucis Viviente que desde la parroquia de San José Obrero recorre las calles ambientadas por sus vecinos hasta la Crucifixión en los Altos del Gólgota segoviano, el cerro Mirasierra, con el fondo de la Dama de las Catedrales. En otro rincón de Segovia, el Santo Cristo de San Marcos sale de la iglesia parroquial presidiendo la Procesión de las Tres Caídas. Como testigo de excepción desde lo alto el Alcázar, esta procesión recorre el bello paraje de la Alameda de la Fuencisla con las significativas paradas en el Monasterio de los Carmelitas Descalzos, hogar del misticismo segoviano de San Juan de la Cruz y en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, patrona de la Ciudad y Tierra de Segovia en donde culmina el besapiés ante la atenta y maternal Mirada de la Madre de los Segovianos, como diciendo que ya desde el primer momento el dolor, el sufrimiento, el vacío de este valle de lágrimas del Calvario encuentran consuelo, perdón y misericordia en la Vida Eterna. Otra mirada, la de la Virgen de las Angustias de Juan de Juni nos hace entender el papel de Corredentora mientras avanza al ritmo del Vía Matris por las calles de Segovia hacia el colegio Maristas donde acompañará a su Hijo con la Cruz a Cuestas el Jueves Santo.
Y el fin de la Cuaresma abre paso a la Semana Grande; Jesús entra  triunfante en Jerusalem, días antes de su muerte a lomos de un pollino, al grito de ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Es curioso el símil de cómo Jesús sale vitoreado como rey a las calles de Segovia desde el mismo templo en que se oyera por primera vez las palabras Isabel, reina de Castilla. Las cofradías segovianas, especialmente sus componentes más jóvenes con sus estandartes reciben a Cristo y le vitorean con ramas cortadas de los campos por las calles del centro amurallado.
Hoy es Domingo de Ramos, hoy comienza la Pasión,
que semana tan penosa para nuestro Redentor.
Lunes le lavan los pies, martes en el huerto orando,
miércoles en la columna, jueves de espinas coronado,
Viernes con la Cruz a Cuestas, caminito del Calvario
sábado en el sepulcro , domingo resucitado

El martes santo la pasión se desata en la salida costalera del Cristo de la Esperanza. Su serenidad crucificada asoma ante su barrio y se impone ante el bullicio habitual del principal eje comercial desde que los pañeros se asentaran alrededor de la vieja iglesia de Santa Eulalia. Ese mismo furor costalero invita a reflexionar el crucifícale que el pueblo judío clamó en el proceso de Nuestro Señor; en una procesión, la de los enfermos, que acerca la pregunta de Pilatos la tarde del miércoles “¿y que queréis que haga con el que llamáis Rey de los Judíos?”


Acompaña a tu Dios alma mía, cual vil asesino llevado ante el juez
Y al Autor de la Vida contempla por ti condenado a muerte cruel

Con silencio íntimo y sobriedad, la Junta de Cofradías nos invita a esta misma reflexión en la cuna del misticismo segoviano. El Cristo de la Buena Muerte, quién desde la capilla del Santo Ángel vela y reparte consuelo a los familiares de los segovianos que van al Padre, recorre las estaciones a la luz de velas. Según subimos al paso que marca el discurrir del tradicional canto del viacrucis castellano, por los riscos de las peñas Grajeras por los que un día rezara San Juan de la Cruz podemos contemplar las impresionantes vistas que esta ciudad patrimonio de la Humanidad brinda anochecida.

La tarde noche del Jueves Santo, las calles se llenan de procesiones y viacrucis. Comienzan los traslados hasta la Santa Iglesia Catedral de las Cofradías.

Si la iglesia de San Millán de Segovia constituye una joya arquitectónica del románico y siempre es buen motivo para disfrutar y pasear por su plazuela, en esta mañana parece salir hasta la gente detrás de las columnas; algo se mueve en esa iglesia, y no es nada físico, sino emoción y sentimiento, los corazones de los hijos laten al unísono, las telas se extienden, los bancos empiezan a moverse y cogida a pulso Nuestra Señora la Soledad al pie de la Cruz deja atrás su ábside caminando por el pasillo que la dirige a la Puerta Oeste. Las lágrimas son una mezcla de esfuerzo y emoción cuando la talla de casi 4 metros ve la luz saliendo por la puerta de dimensiones similares. Antes su Santo Hijo, el Cristo en su Última Palabra, ha conmovido a quienes lo han colocado. Su mirada, en un trance entre la vida y la muerte, de aquel varón de Dolores que “tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos", camina por las calles de su barrio, estremeciendo a aquellos parroquianos a los que su escultor, Marinas, su vecino más internacional regaló. Y cuando deja su barrio camino a la Catedral esa tarde de jueves Santo vuelve a sonar una desgarradora saeta que rompe el silencio en ese caminar detrás de la quién mantuvo la esperanza en todo momento.

Tu lo sabes Soledad                                                
que toda mi vida doy
por robarte a ti la pena
y acompañarte en la cruz
y consolarte Nazarena



En Santa Eulalia, las bambalinas del dosel de la Dolorosa comienzan a mecerse camino a la Catedral. Ella camina acompañada de su Hermandad y recoge en su paño de lágrimas los sufrimientos que en su largo manto esperan encontrar consuelo.

Más de una centena de años han pasado desde que los gremios segovianos se reunieran en torno a las esculturas catalanas encargadas por el Obispo de la semana Santa Segoviana, Miranda y Bistuer y organizaran la procesión de los Pasos de Jueves Santo. Este testigo, quisieron recogerle los barrios más allegados a los gremios; por ello, entre la arcada románica del templo de San Lorenzo, principal motor hortícola, sale La Oración en el Huerto, el Paso de la Flagelación, que salía acompañado por el gremio de albañiles, carpinteros, pintores y canteros, actualmente acompañado por el barrio de Nueva Segovia, sale del templo de la Resurrección del Señor. Los fabricantes de harinas, panaderos y ultramarinos, el claustro de profesores y los alumnos del Seminario han dado paso a la Cofradía de la Piedad para que la Magdalena Al Pie de la Cruz, El Calvario y Nuestra Señora de la Piedad procesionen por Segovia desde San José.

La plaza que ve alzarse “El Mayo” el tercer día de dicho mes, vuelve a abarrotarse en torno a la ermita para ver al Cristo que la da nombre. Así la imagen del Cristo del Mercado desciende por las escaleras de su ermita en brazos de sus anderos para cruzar por el barrio al que da nombre, y dirigirse a la catedral.

Y cae la noche en Segovia cuando tres Viacrucis se funden con los tres monumentos grandes de la ciudad. El sereno rostro del Cristo de la Paciencia sale desde San Andrés acompañado por su feligresía mecido en Andas para contagiarse del silencio y el misticismo de las estrechas calles de las Canonjías que discurren en los aledaños al Alcázar y los faroles de los nazarenos serpentean en torno al Acueducto acompañando al yacente Cristo de los Gascones y a su Madre la Dolorosa “de los sastres”.

A la luz de hogueras, sale Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas desde la Capilla del Colegio Maristas acompañado por sus exalumnos para presidir con su Madre María Santísima de las Angustias el Viacrucis en los Altos de la Piedad con el fondo de la Dama de las Catedrales y Segovia alzándose a sus pies. Resulta tremendamente conmovedor ver a un Jesús cargado con la Cruz en la que será martirizado, recorriendo lo que fuera su propio proceso de ajusticiamiento en su procesión por las calles de Segovia.
La comitiva sale con Jesús capturado del cementerio judío, el particular monte de los Olivos segoviano donde ve cómo se alza la ciudad en la que agonizará. Desde allí, ha atravesado la muralla por una de sus puertas camino al Alcázar la residencia de los Reyes Católicos, la máxima autoridad que le podría salvar. En el camino, las piadosas Hermanas Carmelitas de la Orden que fundó Santa Teresa han acudido a exhortarle y a acompañar en el duelo a su Madre, como hicieran las piadosas mujeres y finalmente Jesús Cargado con la Cruz llega a la Catedral, el punto más cristiano donde actuará como Redentor de la Historia.

La dulzaina empieza a oírse en la vera del Clamores en la mañana del Viernes Santo abriendo paso al Santo Cristo de San Marcos en su procesión que desde la sombra del Alcázar camina hacia la Catedral. Al tiempo, el revuelo de nazarenos que rodea la ermita de San Justo para acompañar al Santo Cristo de los Gascones en su Urna parte camino a la Catedral.

 “Y entonces los alguaciles lo condujeron al medio de la plaza donde vinieron esclavos a echar la cruz a sus pies. Jesús se arrodilló cerca de ella, y cargó con esta carga pesada sobre su hombro derecho por la redención del género humano”. La torre mozárabe de San Millán presencia como de una de sus puertas comienza la marcha triunfal del Nazareno como Rey de reyes mientras los soldados tiene cuerdas atadas a su cuello ¿De qué te acusan, Nazareno? ¿Cuál es tu pecado? Pero sus labios sellados solo aciertan a decir: amaos unos a otros como yo os he amado. Y caminando en el Viacrucis, en nuestra mente resuena el “hasta en eso te hemos fallado”.
Viernes Santo por la noche, todas las Imágenes Titulares  de las Cofradías Penitenciales Segovianas salen desde la Catedral en la Procesión de los Pasos. La noche se convierte en amarillo, verde, blanco, morado, granate y negro que llenan de pasión los adoquinados rincones.

La Historia de la Salvación comienza con la Oración en el Huerto, para seguir acompañando a Cristo Flagelado y cargado con el Santo Madero juntarse con su Madre en la Calle de la Amargura.


Noche de recogimiento y expectación en las que se siente como la tierra se vuelve a cubrir de tinieblas mientras ven la agonía de Cristo en sus palabras a su Madre, en su última Palabra, y se conmueven ante su entrega del espíritu en los rostros del Santo Cristo de la Cruz, del Cristo de San Marcos y ante el llanto de la Magdalena a sus pies, llanto que rasga en dos partes la cortina del templo.  

Noche de maternal sentimiento que un torrente de velas iluminan las caras de la Soledad Dolorosa, de la Soledad al Pie de la Cruz y del abrazo fraternal en la Piedad. Incluso en esos momentos hay que tener un corazón anhelante de confianza, esperanzado.

Noche solemne de Viernes Santo que ve discurrir al Santo Cristo de los Gascones y al Yacente de Gregorio Fernández camino al sepulcro. El ambiente huele mirra perfumada y aloé mientras el pálido cuerpo de Jesús fallecido es llorado. Ese mismo ambiente resuena en el pueblo de las Alcaldesas bajando con el sepulcro y su Santa Madre hasta la Veracruz el donde será custodiado por los caballeros de la Orden de Malta en el templo más templario de Segovia.
Ahora todo es silencio. El silencio de un nicho. Jesús, ya no está con nosotros, yace ya en su sepulcro. "Dentro de poco ya no me veréis, pero más tarde me volveréis a ver"

Cuando el domingo abre sus puertas, dejando tras de sí las puertas del triste sábado de pesar, la Virgen del Rocío sale alegre proclamando a los cuatro vientos; segovianos, Jesús ése que enterrabais hace tres días apesadumbrados Vive y ha Resucitado. De la iglesia de la Santísima Trinidad, sale el Señor Resucitado camino a la búsqueda de Su Madre; atrás queda el sufrimiento, y encuentra el sentido la Vida, el negro manto ya es del azul claro del cielo primaveral y en su estela terminan de nacer las flores que nacen en los parques aromatizando el encuentro. Una semana ha pasado desde que Jesús era aclamado al entrar en Jerusalén. Al domingo siguiente aclamamos al resucitado.

Espero que estas palabras hayan servido para adentrarnos en los Santos Días, los más importantes del vivir cristiano, que hoy tengo el gusto de anunciaros. Así, como os lo he contado, es como veo yo la Semana Santa de mi Segovia. Muchas gracias a todos los que hayáis llegado hasta el final.

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