PREGON DE LA SEMANA SANTA
DE SEGOVIA EN AVILA
A CARGO DE
D. JAVIER GOMEZ ESCOBAR
Saludar a todos, que habéis tenido a bien leer estas
palabras. Gracias a todos.
Segovia, con su Alcázar, su Acueducto, su Catedral,
sus templos románicos, sus calles, cuestas, plazas y rincones se convierte en
esos días en el escenario de vía crucis y procesiones. Podría hablarle de cómo
los milenarios arcos contemplan imágenes de leyenda, que nos hablan de cómo un
Cristo Gascón quiso ser segoviano, imágenes de profundo barroquismo que a pesar de su sencillez ha conmovido el
corazón de todos los que pasamos por El Árbol de la Vida, Credo o la Jornada
Mundial de la Juventud; imágenes que muestran el cariño que se tiene al barrio
que te ve nacer y a las costumbres de Semana Santa de Segovia para regalarles
sus mejores obras escultóricas,… pero entonces no hablaría de la verdadera
Pasión. La pasión con que anualmente renovamos nuestro Misterio Pascual con
procesiones desde el siglo XI, de hitos con los que los Nobles Linajes dejen
memorar la vía dolorosa del Señor de manera perenne recortando el horizonte del
paisaje segoviano del paraje de la Piedad, de cómo escondido entre el valle del
Eresma encontramos una iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalem; hablamos de la
Pasión de un Obispo que incentiva la actividad cofrade a principios del s. XX y
como a lo largo de este siglo se consolida nuevas cofradías que logran grabar a
fuego en la retina sus pasos por los rincones más bellos de Segovia. Y
actualmente, en los albores del siglo XXI, Segovia ve crecer el número de
cofrades y procesiones y actualmente el nacimiento de dos cofradías que
llenarán Segovia de más sentimiento.
“Estando reunidos los Hermanos Mayores,
Presidentes de las Juntas de Gobierno de las Hermandades, Cofradías, y
Feligresías de la Semana Santa acuerdan convocar al pueblo de Segovia a
escuchar el pregón de la semana Santa en la Santa Iglesia Catedral de Segovia”
En la tarde
del quinto sábado de cuaresma, cuatro heraldos a caballo recorren las calles
del casco histórico de la Ciudad del Acueducto dando el comienzo oficial de las
fechas de mayor actividad dentro de las cofradías segovianas. Mes tras mes,
semana tras semana, los barrios de esta ciudad se han ido contagiando del
espíritu de devoción que mueven los ensayos de cargadores y costaleros; poco a
poco el rugir de los tambores que llenan las callejuelas en las noches frías de
invierno conmueve de una manera más cercana.
Así los muros
de las iglesias se estremecen en los Triduos ante el Misterio de Nuestro Señor
Crucificado, el Yacente, Jesús orando en Getsemaní, flagelado, con la cruz a
cuestas o en su misterio de la Piedad, y
cómo la vista se nubla con el canto de la salve de las novenas y
septenarios con los que se honran a las Dolorosas Segovianas.
Cinco días
restan del fin de la Cuaresma cuando la dehesa del monarca segoviano, Don
Enrique de Castilla se iluminan con los faroles del Vía Crucis de la Esclavitud
del Santo Cristo de la Cruz.
El día
siguiente el templo de Santa Eulalia termina su Novenario con la primera
levantá del Santo Cristo de la Esperanza y el saludo a Nuestra Señora la
Dolorosa.
Como preludio,
el atardecer del viernes de Dolores en Segovia se vive con el Viacrucis Viviente que desde la parroquia
de San José Obrero recorre las calles ambientadas por sus vecinos hasta la Crucifixión
en los Altos del Gólgota segoviano, el cerro Mirasierra, con el fondo de la
Dama de las Catedrales. En otro rincón de Segovia, el Santo Cristo de San
Marcos sale de la iglesia parroquial presidiendo la Procesión de las Tres
Caídas. Como testigo de excepción desde lo alto el Alcázar, esta procesión
recorre el bello paraje de la Alameda de la Fuencisla con las significativas
paradas en el Monasterio de los Carmelitas Descalzos, hogar del misticismo
segoviano de San Juan de la Cruz y en el Santuario de Nuestra Señora de la
Fuencisla, patrona de la Ciudad y Tierra de Segovia en donde culmina el
besapiés ante la atenta y maternal Mirada de la Madre de los Segovianos, como
diciendo que ya desde el primer momento el dolor, el sufrimiento, el vacío de
este valle de lágrimas del Calvario encuentran consuelo, perdón y misericordia
en la Vida Eterna. Otra mirada, la de la Virgen de las Angustias de Juan de
Juni nos hace entender el papel de Corredentora mientras avanza al ritmo del
Vía Matris por las calles de Segovia hacia el colegio Maristas donde acompañará
a su Hijo con la Cruz a Cuestas el Jueves Santo.
Y el fin de la
Cuaresma abre paso a la Semana Grande; Jesús entra triunfante en Jerusalem, días antes de su
muerte a lomos de un pollino, al grito de ¡Bendito el que viene en el nombre
del Señor! Es curioso el símil de cómo Jesús sale vitoreado como rey a las
calles de Segovia desde el mismo templo en que se oyera por primera vez las
palabras Isabel, reina de Castilla. Las cofradías segovianas, especialmente sus
componentes más jóvenes con sus estandartes reciben a Cristo y le vitorean con
ramas cortadas de los campos por las calles del centro amurallado.
Hoy es
Domingo de Ramos, hoy comienza la Pasión,
que semana
tan penosa para nuestro Redentor.
Lunes le
lavan los pies, martes en el huerto orando,
miércoles en
la columna, jueves de espinas coronado,
Viernes con
la Cruz a Cuestas, caminito del Calvario
sábado en el
sepulcro , domingo resucitado
El martes santo la pasión se desata en la salida costalera
del Cristo de la Esperanza. Su serenidad crucificada asoma ante su barrio y se
impone ante el bullicio habitual del principal eje comercial desde que los
pañeros se asentaran alrededor de la vieja iglesia de Santa Eulalia. Ese mismo
furor costalero invita a reflexionar el crucifícale que el pueblo judío clamó
en el proceso de Nuestro Señor; en una procesión, la de los enfermos, que
acerca la pregunta de Pilatos la tarde del miércoles “¿y que queréis que haga
con el que llamáis Rey de los Judíos?”
Acompaña a tu
Dios alma mía, cual vil asesino llevado ante el juez
Y al Autor de
la Vida contempla por ti condenado a muerte cruel
Con silencio íntimo y sobriedad, la Junta de
Cofradías nos invita a esta misma reflexión en la cuna del misticismo
segoviano. El Cristo de la Buena Muerte, quién desde la capilla del Santo Ángel
vela y reparte consuelo a los familiares de los segovianos que van al Padre, recorre
las estaciones a la luz de velas. Según subimos al paso que marca el discurrir
del tradicional canto del viacrucis castellano, por los riscos de las peñas
Grajeras por los que un día rezara San Juan de la Cruz podemos contemplar las
impresionantes vistas que esta ciudad patrimonio de la Humanidad brinda
anochecida.
La tarde noche del Jueves Santo, las calles se
llenan de procesiones y viacrucis. Comienzan los traslados hasta la Santa
Iglesia Catedral de las Cofradías.
Tu lo sabes Soledad
que toda mi vida doy
por robarte a ti la pena
y acompañarte en la cruz
y consolarte Nazarena
En
Santa Eulalia, las bambalinas del dosel de la Dolorosa comienzan a mecerse
camino a la Catedral. Ella camina acompañada de su Hermandad y recoge en su
paño de lágrimas los sufrimientos que en su largo manto esperan encontrar
consuelo.
Más de una centena de años han pasado desde que los
gremios segovianos se reunieran en torno a las esculturas catalanas encargadas
por el Obispo de la semana Santa Segoviana, Miranda y Bistuer y organizaran la
procesión de los Pasos de Jueves Santo. Este testigo, quisieron recogerle los
barrios más allegados a los gremios; por ello, entre la arcada románica del
templo de San Lorenzo, principal motor hortícola, sale La Oración en el Huerto,
el Paso de la Flagelación, que salía acompañado por el gremio de albañiles,
carpinteros, pintores y canteros, actualmente acompañado por el barrio de Nueva
Segovia, sale del templo de la Resurrección del Señor. Los fabricantes de
harinas, panaderos y ultramarinos, el claustro de profesores y los alumnos del
Seminario han dado paso a la Cofradía de la Piedad para que la Magdalena Al Pie
de la Cruz, El Calvario y Nuestra Señora de la Piedad procesionen por Segovia
desde San José.
La plaza que ve alzarse “El Mayo” el tercer día de
dicho mes, vuelve a abarrotarse en torno a la ermita para ver al Cristo que la
da nombre. Así la imagen del Cristo del Mercado desciende por las escaleras de
su ermita en brazos de sus anderos para cruzar por el barrio al que da nombre,
y dirigirse a la catedral.
Y cae la noche en Segovia cuando tres Viacrucis se
funden con los tres monumentos grandes de la ciudad. El sereno rostro del
Cristo de la Paciencia sale desde San Andrés acompañado por su feligresía
mecido en Andas para contagiarse del silencio y el misticismo de las estrechas
calles de las Canonjías que discurren en los aledaños al Alcázar y los faroles
de los nazarenos serpentean en torno al Acueducto acompañando al yacente Cristo
de los Gascones y a su Madre la Dolorosa “de los sastres”.
A la luz de hogueras, sale Nuestro Padre Jesús con
la Cruz a Cuestas desde la Capilla del Colegio Maristas acompañado por sus
exalumnos para presidir con su Madre María Santísima de las Angustias el
Viacrucis en los Altos de la Piedad con el fondo de la Dama de las Catedrales y
Segovia alzándose a sus pies. Resulta tremendamente conmovedor ver a un Jesús
cargado con la Cruz en la que será martirizado, recorriendo lo que fuera su
propio proceso de ajusticiamiento en su procesión por las calles de Segovia.
La comitiva sale con Jesús capturado del cementerio
judío, el particular monte de los Olivos segoviano donde ve cómo se alza la
ciudad en la que agonizará. Desde allí, ha atravesado la muralla por una de sus
puertas camino al Alcázar la residencia de los Reyes Católicos, la máxima autoridad
que le podría salvar. En el camino, las piadosas Hermanas Carmelitas de la
Orden que fundó Santa Teresa han acudido a exhortarle y a acompañar en el duelo
a su Madre, como hicieran las piadosas mujeres y finalmente Jesús Cargado con
la Cruz llega a la Catedral, el punto más cristiano donde actuará como Redentor
de la Historia.
La dulzaina empieza a oírse en la vera del Clamores
en la mañana del Viernes Santo abriendo paso al Santo Cristo de San Marcos en
su procesión que desde la sombra del Alcázar camina hacia la Catedral. Al tiempo,
el revuelo de nazarenos que rodea la ermita de San Justo para acompañar al
Santo Cristo de los Gascones en su Urna parte camino a la Catedral.
“Y entonces
los alguaciles lo condujeron al medio de la plaza donde vinieron esclavos a
echar la cruz a sus pies. Jesús se arrodilló cerca de ella, y cargó con esta carga
pesada sobre su hombro derecho por la redención del género humano”. La torre mozárabe
de San Millán presencia como de una de sus puertas comienza la marcha triunfal
del Nazareno como Rey de reyes mientras los soldados tiene cuerdas atadas a su
cuello ¿De qué te acusan,
Nazareno? ¿Cuál es tu pecado? Pero sus labios sellados solo aciertan a decir:
amaos unos a otros como yo os he amado. Y caminando en el Viacrucis, en nuestra
mente resuena el “hasta en eso te hemos fallado”.
Viernes Santo por la noche, todas las Imágenes
Titulares de las Cofradías Penitenciales
Segovianas salen desde la Catedral en la Procesión de los Pasos. La noche se
convierte en amarillo, verde, blanco, morado, granate y negro que llenan de
pasión los adoquinados rincones.
La Historia de la Salvación comienza con la Oración
en el Huerto, para seguir acompañando a Cristo Flagelado y cargado con el Santo
Madero juntarse con su Madre en la Calle de la Amargura.
Noche de maternal sentimiento que un torrente de
velas iluminan las caras de la Soledad Dolorosa, de la Soledad al Pie de la
Cruz y del abrazo fraternal en la Piedad. Incluso en esos momentos hay que tener un corazón anhelante de confianza,
esperanzado.
Noche solemne de Viernes Santo que ve discurrir al Santo
Cristo de los Gascones y al Yacente de Gregorio Fernández camino al sepulcro.
El ambiente huele mirra perfumada y aloé mientras el pálido cuerpo de Jesús
fallecido es llorado. Ese mismo ambiente resuena en el pueblo de las Alcaldesas
bajando con el sepulcro y su Santa Madre hasta la Veracruz el donde será custodiado
por los caballeros de la Orden de Malta en el templo más templario de Segovia.
Ahora todo es silencio. El
silencio de un nicho. Jesús, ya no está con nosotros, yace ya en su sepulcro.
"Dentro de poco ya no me veréis, pero más tarde me volveréis a ver"
Cuando el domingo abre sus puertas, dejando tras de
sí las puertas del triste sábado de pesar, la Virgen del Rocío sale alegre
proclamando a los cuatro vientos; segovianos, Jesús ése que enterrabais hace
tres días apesadumbrados Vive y ha Resucitado. De la iglesia de la Santísima
Trinidad, sale el Señor Resucitado camino a la búsqueda de Su Madre; atrás
queda el sufrimiento, y encuentra el sentido la Vida, el negro manto ya es del
azul claro del cielo primaveral y en su estela terminan de nacer las flores que
nacen en los parques aromatizando el encuentro. Una semana ha pasado desde
que Jesús era aclamado al entrar en Jerusalén. Al domingo siguiente aclamamos
al resucitado.
Espero
que estas palabras hayan servido para adentrarnos en los Santos Días, los
más importantes del vivir cristiano, que hoy tengo el gusto de
anunciaros. Así, como os lo he contado, es como veo yo la Semana Santa de mi
Segovia. Muchas gracias a todos los que hayáis llegado hasta el final.
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