Enmarcado en un año histórico para nuestra ciudad, en el V
centenario de nuestra Patrona, Ávila se rinde a sus pies a través de la Santa
Virgen María. Siete vírgenes, siete advocaciones distintas en las que los
ciudadanos de Ávila sienten gran fervor y sentimiento.
A las 11 de la mañana, la más joven de todas salía en busca
del cielo de Ávila desde la Iglesia de las Gordillas. Nuestra Señora de la
Estrella radiante como siempre ponía su caminar hasta la Ermita de las Vacas. A
su vez, pocos instantes después desde otro punto de la ciudad, las puertas de
la Iglesia de Santiago se abrían para que la Virgen del Socorro llegará hasta
la Ermita de Nuestra Señora de las Vacas.
En lo alto del altar de la Ermita aguardaba impaciente una
bella Señora, una mujer a la que sus mozos y Ávila entera llaman Madre. La
Virgen de las Vacas vivió un momento histórico cuando la Virgen de la Estrella atravesó
casi a ras de suelo la pequeña puerta que da acceso a su Ermita. Ambas frente a
frente, aguantaron su mirada de alegría, viendo como muchos de sus hijos vivían
un momento que jamás podrán olvidar. Y más aun cuando el Socorro pasó por la
puerta la historia se acentuaba más entre las paredes de la pequeña Ermita. El
canto de la Salve llegó al cielo, tres Reinas reunidas junto a sus más fieles
devotos.
Una mañana que no acababa más que comenzar, las tres imágenes
pusieron rumbo fijo hasta el convento de la Encarnación. Bellas e inusuales
imágenes dejaron en todo el recorrido. La Subida de la Cuesta de Gracia para
llegar hasta el Mercado Grande, donde frente a la estatua de nuestra patrona,
las tres Vírgenes rindieron un precioso homenaje situándose frente a frente. En
torno a las 13:30 la Virgen de la Estrella cruzaba la puerta del Convento de la
Encarnación precediendo a la Virgen del Socorro y a Nuestra Señora de las Vacas.
Una vez allí los vivas y aplausos de júbilo resonaron en el interior de la
iglesia. Dejando otra bonita estampa para recordar, como la Virgen de las Vacas
que fue colocada frente a la reja de las Madres para que pudieran rezarla en
tan insigne ocasión.
A las tres y cuarto de la tarde otra de las Ermitas de
nuestra ciudad abrió para permitir la salida de la Virgen del Consuelo que
camino hasta la salida de la muralla acompañada de todos sus devotos. Maravillosas
estampas para el recuerdo al paso de la Virgen por la ronda con la muralla al
fondo. Encaminándose hasta la Encarnación a su encuentro acudieron la Virgen de
la Misericordia que salía de la Iglesia de San Martín, y la Virgen de la Cabeza
que salía de su Ermita en la misma calle.
De la iglesia de la Encarnación salían las tres imágenes que
habían entrado por la mañana reuniéndose en su paso la Virgen del Buen Suceso
que había salido desde la Ermita del Resucitado. Y ya así frente a la puerta
del parque del peregrino, siete imágenes se reunieron, la devoción estaba en el más alto nivel para poder contemplar la
entrada al recinto.
Entrada realizada en el orden de antigüedad, desde la Virgen
de la Estrella que era la más joven, hasta Nuestra Señora de las Vacas que era
la más antigua. Así cada una en su lugar junto al altar que tenia de fondo la
majestuosa fachada de la Encarnación comenzó la Eucaristía con un sol radiante
que permitió perfectamente la celebración.
Una vez finalizado las imágenes pasaron por el convento de
la Encarnación para ante la imagen andariega de la Santa despedirse y encaminar
su viaje de regreso. Poco a poco los momentos se fueron haciendo más emotivos
cuando las despedidas iban llegando, como el caso de la Virgen de la Cabeza y
la Misericordia que una a una fueron pasando para despedir este gran día.
La ronda de la Muralla se hizo más acentuada que nunca,
cuatro de las imágenes subieron hasta la mitad, mientras el cielo se iba
oscureciendo. Allí la Virgen del Consuelo se despidió para tomar caminos
distintos.
A la subida las puertas del Humilladero se abrieron para
que María pudiera rezar ante ese Cristo
muy llagado como decía Santa Teresa en sus libros. Y fue en el Mercado Grande
donde las tres imágenes de las Vacas, Socorro y Estrella pusieron fin a su
peregrinar conjunto ante la atenta mirada de Santa Teresa.
Historia viva en las calles abulenses, una catequesis que
fue llevada a hombros por la gente de la ciudad. Muchos guardaran en su memoria
un recuerdo que jamás olvidaran, la entrada de la Estrella en la Ermita de las
Vacas, el encuentro entre la Virgen del Consuelo, Cabeza y Misericordia, la
despedida de la Virgen del Buen Suceso y la Virgen de las Vacas, la entrada al
Humilladero ante el Cristo de los Ajusticiados… Pero ante todo lo que siempre perdurará
será la alegría, la emoción y el gozo de poder haber vivido este pequeño trozo
de historia que quedará marcado en este gran año que pronto se termina. Ávila
se rinde una vez más ante Teresa, ante la Virgen que hizo de Madre y ha podido
rezar y contemplar a María a través de Teresa.