Como cada comienzo de año llega el
Triduo de Nuestra Señora de la Estrella y desde el año pasado dos
de los días del Triduo se celebra en la Parroquia del Inmaculado
Corazón de María. Un pequeño traslado se realiza desde la Sede de
la Hermandad hasta el ICM. La Virgen de la Estrella deja la Iglesia
de las Gordillas, la que es durante todo el año su casa, para estar
mas cerca de los suyos, de sus hijos.
Un traslado que aunque sea breve de
trayecto, es la oportunidad para que todas las personas de la
Hermandad puedan llevar en sus hombros a su Madre. Sentir lo que los
costaleros de la Estrella sienten en el Martes Santo cuando desde
debajo del paso oyen a golpe de llamador, como el capataz piden que
la eleven al cielo. Ella, a la Estrella, que quiere subir al cielo
para estar con su hijo Redentor. Las personas que en sus hombros
pudieron portar durante un pequeño camino a la Señora, no pueden
describir que sentimientos se viven en ese momento. No valen las
palabras para decir lo que hace un cruce de miradas con la Virgen
Morena. Esos ojos marrones de los que brotan lagrimas de dolor por un
hijo sentenciado.
Las puertas del convento de Santa María
de Jesús se abrieron en la fría noche del 28 de enero para que la
Madre saliera al encuentro de sus devotos. La Estrella de blanco
radiante, manto color blanco y saya de color blanca, con motivos
dorados Un pañuelo de lagrimas en su mano derecha y dos rosarios en
la izquierda. Fajín rojo y diversas joyas que realzaban la belleza
de la madre. Esas manos del vestidor que con mimo y paciencia poco a
poco va dando a la Estrella gran belleza. Pequeños detalles que
hicieron brillar a la Virgen en la noche.
Cielo de color negro abulense, que las
frías noche de invierno no deja ver una estrella. Pero ayer en el
cielo de Ávila había una estrella que brillaba con luz propia, esa
a la que Ávila y sus hijos llaman por su nombre, SEÑORA DE LA ESTRELLA.
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