La devoción permanece intacta en un barrio y en una ciudad. Nueve
días de novena que anteceden a ese segundo domingo de mayo donde la más grande
del cielo se convierte en reina de la ciudad amurallada. Continuos cambios de
manto en la novena hacen que sorprenda más aun en su belleza y resplandor.
Repique de campanas, cohetes y alegría anuncian que la
llegada del amanecer está cerca, ese domingo en el que un barrio se engalana
para honrar a su patrona, la Reina de las Vacas. Desde las 9 de la mañana
cuando la Virgen salía por la puerta las lágrimas de los vaqueros se sentían más
profundas, porque un año más pueden ver a su madre, a la que tantas veces rezan
y se encomiendan en sus mayores necesidades.
Manto color berenjena elegido por el Presidente, rosas color
champagne así lucia la Reina Vaquera que entre vivas y aplausos salía de su
plazuela para recorrer Ávila. Monasterio de Santo Tomás, el colegio de la
Medalla Milagrosa, el Convento de las Madres, la Encarnación, iglesias y otros
lugares visita la Virgen durante un largo recorrido que la lleva por toda la
ciudad seguida de todo un barrio y sus abulenses que nunca la abandonan. Y el
momento que todo vaquero quiere presenciar, quiere cantar, vivir y sentir. Cuatro
mozos afortunados tienen el privilegio de bailar, como ellos saben, a su Madre.
El Gato Montes, un pasodoble que es suyo, que en cualquier lugar que suene al
abulense le recuerda a la Virgen de las Vacas. La banda comienza esas primeras
notas de una canción que pone los sentimientos a flor de piel cuando esos mozos
mueven de un lado a otro la bendita imagen de la Virgen. El lienzo norte de la
Muralla se hace presente, como desde hace más de 100 años de este maravilloso
momento. Donde se para el tiempo, no se puede acabar nunca. Las palmas y los
canticos inundan la vereda de la Muralla. Los Mozos de las Vacas en piña
alrededor de su madre, a la que quieren como su segunda madre. Y llegar a la
puerta del puente Adaja donde una canción pone sus últimos sones para esperar
un año más a volver a sonar para Ella. No hay expresión que pueda contarlo que
ha ocurrido en esos momentos, solo con ver la caras y las lágrimas de los
vaqueros no hay mejor descripción. Lágrimas de alegría que inundan las mejillas
de mozos y vecinos que sienten arraigada una tradición centenaria que cada año
se repite con más fervor.
Subida empinada de Vallespín para recorrer las Iglesias de
San Esteban y San Juan, culminando en el Convento de Santa Teresa en este V
centenario, donde la Virgen termina su recorrido por las calles de Ávila,
esperando a la tarde a que sus mozos la vuelvan a llevar a casa.
Y a las cinco de la tarde acompañado de dulzainas y tambores
y la banda de música, llegan los mozos para devolver a su Madre al barrio.
Visita a San Pedro, Iglesia de la Magdalena y Convento de Gracia culminando el
recorrido por los templos abulenses. Ya baja la gran escalinata que la separa
de su barrio. Balcones engalanados que la reciben y ella devolviendo las
gracias se gira en cada balconada y ventana. Que bello es contemplar el gran corazón
vaquero, que a su paso personas discapacitadas en sillas de ruedas contemplan a
la Madre que llevan desde niños. Sus mozos no dudan en girarse en esas personas
y llevar un trocito de fe a su corazón cuando se agachan para que este más. Estar
en un balcón y sentir como tienes a la Reina del Cielo frente a ti que casi la
puedes tocar, casi está dentro de tu casa; inigualables momentos de este
barrio. Ramos de flores regalados por
cada vecino al ver como la Virgen de las Vacas se pone frente a ellos. Cruzar
el arco que los mozos levantan ante su Ermita es el síntoma de que todo acaba
por este año. Cuando cruza el dintel de la puerta y llega al altar mayor los
aplausos y Vivas hacen sentir la devoción más plena. La Virgen ya se encuentra
en su lugar, rodeada de sus mozos que abrazados entonan la Salve más emotiva,
un cantico que se eleva al Cielo por todos los abulenses que están reunidos en
la ermita. No vale la pena contener las lágrimas en este momento, el culmen del
día ha llegado a su punto más impresionante con este canto. Vida, Dulzura y
Esperanza de un barrio que te lleva en sus adentros, que año tras año te
acompaña en tu caminar sin abandonarte un solo momento. Alegría de esa peña de
mozos que viven y te llevan en sus hombros como a la más grande de las Reinas, que te elevan al cielo para que puedas estar mas cerca de él.
La mariposa que se posa en el manto de la Virgen, revolotea
en el interior de sus vaqueros y devotos, esa fe que mueve montañas, que se
contempla en este día como en esta ciudad la devoción sigue viva de padres a
hijos. Fe heredada de los que ya no están, que Ella se los ha querido llevar
bajo el cobijo de su manto para tenerlos más cerca y poder interceder por los
que estamos en la tierra.
La Virgen de las Vacas, pilar de la fe de Ávila, que en una
pequeña ermita esperas gozosa a tus hijos que te visitan. Envía a la mariposa
de la fe que revolotee en el corazón del abulense, para que así se mantenga
viva la fe en tu querido Hijo que llevas entre tus benditas manos.